María José Leblic.
Siempre me asomaré a la aurora con mis
jazmines y rosas, despertando en tu blancura,
aunque me evites.
Siempre remaré hacia el mar, con la tristeza
a veces de su oleaje, que quiere condenarme
al olvido.
Siempre querré tu amor con la sonrisa de la
Primavera y el clarear de la tarde, con tus ojos
aguardando fuego.
Siempre reposaré en el verano suspirando las estrellas,
en el otoño presente entregándote mis manos, y en
el invierno durmiendo la esperanza.
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