Y
SIN EMBARGO EL MILAGRO
Yo firmo, certifico y soy
testigo...
de que a pesar del humo
insano que nos ciega,
hoy más que nunca nos
siguen estallando,
como flores del alba, en
las manos los milagros.
Doy fe de que a pesar de
este aire emponzoñado
por la pus de miríadas de
infamias y de afrentas,
este tufo de voces
estólidas y huecas,
esta manta mugrienta de
bastardas certezas
que nos da su cobijo
perverso de usurero;
a pesar de este árido
egregor que nos desnutre,
hoy más que nunca nos siguen
asaltando,
nos sorprenden,
sobrevienen, sobreviven
como soles benditos, como
albores, los milagros.
Y afirmo convencido, que a
poco que tengamos
los ojos expectantes, la
lámpara encendida,
templados los sentidos y
limpia la conciencia...
Veremos las señales salir a
nuestro encuentro,
tirarnos el sombrajo fugaz de lo ilusorio,
alzarnos del abismo,
mutarnos y truncarnos
los límites, las puertas, los
nortes, los caminos,
sacudirnos por dentro de
gozo y de consuelo...
Posarse, como vuelos de
almíbar, los milagros…
Y una luz poderosa nos
tocará en el pecho
y sabremos de golpe que la
Verdad sin sombra
nos mira, nos conoce, sabe
de nuestros pasos
y pronuncia, bien dichos, nítidos
nuestros nombres...