20 diciembre 2012

María José Collado







Cuando el amor pasa
como un río distinto
con su agua muy clara,
nos empapa de gotas,
algo así como vino,
embriaguez y ensueño.
Hay poda de espinas,
se sonroja la luna,
parece que el mundo
respira más despacio.
Cuando el amor pasa
encendido de luces
como puente nocturno
o árbol navideño,
abrimos sus regalos,
somos niños felices.
 
 
 

1 comentario:

MAR dijo...

Sí, niños eternos en ciertos momentos...tiempo de gozar sin pensar.
Un abrazo grande y feliz navidad.
mar