30 junio 2010
Pilar Corcuera
Licenciada en Filología Hispánica por la UPV. Poeta, rapsoda y escritora.
Organiza e imparte Cursos de Escritura Creativa, Lectura expresiva y Lectura rápida en el Centro Cívico Aranako de Vitoria-Gasteiz, en la Casa de Cultura de Miranda de Ebro, en los Centros Socioculturales del Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz y en la UPV.
Participa como miembro jurado en certámenes y concursos literarios en Diputación Foral de Álava, Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz, Ayuntamiento de Miranda de Ebro, Asociación de mujeres Jalgi-Surgir, Asociación de mujeres Las Murallas-Harresiak, Asociación Literaria “Victoriano Cremer” etc.
Presidenta de la Asociación Cultural “Zeregin Taldea” con la cual organiza junto a Fundación Mejora de Caja Vital, el Certamen de Poesía para mayores de 55 años que se celebra anualmente en Vitoria-Gasteiz.
También colabora con Krea de Caja Vital en el Certamen de Poesía para jóvenes alaveses.
Ha realizado con la Editorial Elkar un DVD con declamación de poemas para Ikastolen Elkartea “Txanela Proiektua”
Ha colaborado en la grabación del disco “Pensando nelas” editado por la Xunta de Galicia y la Universidad del País Vasco.
Durante los años 2007, 2008, 2009 y 2010 ha colaborado con la Casa de Cultura “Ignacio Aldecoa” en “Citas con la poesía” con varios recitales poéticos y varias ponencias.
Colabora con revistas nacionales e internacionales como Texturas, Phayum, Ruptures… Ha colaborado en El periódico de Álava, en la sección de “Relatos de verano” Organizadora junto a la poeta Ángela Serna, del VIII encuentro Internacional de Mujeres Poetas: diversidad de voces y formas poéticas.
Yo tenía una calle
¿O la calle me tenía a mí?
Entonces era
pájaro azul a la intemperie
canto sin rodar a la intemperie
punto en boca a la intemperie
trenza sin lazo a la intemperie
rayuela y tiza a la intemperie.
Pero escuché el canto de las ranas
y las hormigas huyeron
a las siete y media de una verano
y me quedé sin techo blanco
sin “tres-navíos” en un mar
y sin Antón pirulero.
Pero con un beso robado
en la trinchera expectante
de mi lóbulo.
Del poemario Las edades del agua
Julia Isasi Martínez,
Algunas de las flores
siempreviva,
por el camino verde...,
José, Juan, Pedro,
Tomás...
Antonio, Angel, Miguel...
Y flores santas, abejas
y miel...
Maria, Esmeralda,
Rosa, Azucena,
Maravillas,
Prado, Minerva, Yolanda,
Isabel...,
Blanca, Nieves,
virgen, diosa, canción
y las reinas del cuento,
Pura y Soledad.
29 junio 2010
28 junio 2010
Esteban Charpentier

Y porque mi corazón sagrado,
Jesús Zomeño,

Una uña rota. Por una uña rota ha cambiado el rumbo de la guerra, al menos para John. Es primavera. Los alemanes han iniciado una ofensiva, puede que sea la última. Preparamos el té hirviendo agua en una lata de conserva. John me ha dicho que tiene partida la uña del pie derecho. Le hace daño la bota. Tiene el calcetín roto en la punta. La lluvia convierte la trinchera en una ciénaga de barro.
Está lloviendo. El recipiente al fuego lo protegemos con una manta que sostenemos entre los dos por encima de la cabeza.
-Me duele la uña del pie.
-Eso no ocurre en una guerra –le contesto- hay cosas más importantes.
No miento, en la guerra hay cosas más importantes.
John tiene la cabeza pequeña. El casco parece que flota encima de su c

Junto a nosotros hay tres soldados que toman cacao caliente. Le digo a John que ojalá fuesen alemanes para matarlos y bebernos su chocolate. Él sonríe. Tiene las manos grandes, demasiado grandes para su cabeza. Es como si de niño hubiese impedido que le creciese la cabeza apretándola fuerte con aquellas manos tan grandes. Me impaciento por lo que tarda en hervir el agua. La prisa no se debe a que tenga que hacer otra cosa, lo cierto es que no tengo nada que hacer después. Si me impaciento es por si antes ocurre algo que me impida disfrutar del té. La guerra no siempre espera, a veces se derrama y quedas atrapado sin darte cuenta que ya había empezado.
Una uña no parece muy importante. Un tanque puede aplastarte un pie entero si pasa por encima, incluso puede partir en dos el tronco de un hombre ya que, de hecho, parte los troncos de los árboles con facilidad. El que un tanque te pase por encima sí que es importante, pero no parece que lo sea una uña rota.
John no tiene anillos en los dedos, ni siquiera el de casado. Tengo frío, mucho frío. El silencio parece que concentra mejor el calor y, de paso, estando callado no se te hielan los dientes por abrir la boca. Cuando ya estemos tomándonos el té caliente le preguntaré si está casado. Se lo preguntaré después, ahora tengo demasiado frío. Los del cacao evitan mirarnos, no precisan de nosotros para ser completamente felices. Aprietan las dos manos alrededor de la taza para calentárselas, después acercan los labios al borde y le soplan antes de dar un trago. Sale humo de las tazas, incluso se han sacado los guantes. Cada sorbo les aleja más de nosotros.
Meto el dedo en el agua, sube la temperatura. No hay más leña, menos mal que ya parece vaya a hervir. John tose, a mí me dan ganas de hacer lo mismo. Demasiado humo por la leña verde. El agua de lluvia salpica en las brasas. El humo además me irrita los ojos. No me molestarían si los cerrase, pero tengo miedo de quedarme dormido. La humedad es muy mala para los huesos. Cuando la guerra termine me tumbaré bocabajo en la playa hasta que los huesos se me sequen al sol. Me gustan las mujeres descalzas en la playa. Yo las descubrí en Andalucía, me arrastró Washintong Irving aunque prefiero los tobillos de las chicas que suben la escalera del metro en la estación de Whitehall. Se me abren mucho los ojos como si al recordarlas me excitase, pero debe ser otra cosa porque lagrimeo al parpadear y no son ellas chapoteando en la orilla de la playa o abriendo su paraguas al salir del metro. El humo, seguro que es causa del humo. John ha arrimado también las manos al fuego. Entre las manos de los dos formamos un parapeto de cuatro paredes que mantiene la llama tiesa. Empieza a hervir, no le queda otra salida.
La hierba del té está húmeda. John la ha sacado del bolsillo, envuelta en un pañuelo. Serán las mismas hojas que utilizamos esta mañana y también ayer. Desata el nudo y despliega el pañuelo. Las manos de John bastarían para que una tormenta no pudiese apagar una cerilla. Le pregunto por qué tiene las manos tan grandes y él se encoge de hombros. No se me ocurre ningún motivo para insistir. Tampoco sé por qué le he preguntado esa tontería. Evito girar la cabeza para no tropezar con la satisfacción de los tres que están tomándose el chocolate caliente. Desvío la mirada al centro. La llama rodea la etiqueta de la lata en la que hervimos el agua: “Griffiths Mc Allister & Co”, de Liverpool. Recuerdo el sabor de la carne que contenía. Carne hervida y enlatada con manteca. Demasiada manteca, aunque sea buena para el frío. Es mejor una bebida caliente, mucho mejor. No nos quedan más latas de carne, por eso ahora preferimos el té. Nos hemos acostumbrado a aceptar las cosas como vienen. Es sencillo negar lo que no tenemos delante, hemos reducido la vida sólo a lo que es posible.
Echamos todo el té que nos queda, como quien llena de metralla la boca de un cañón con todo lo que encuentra. Es bueno que salga fuerte, porque esta noche parece que será larga. Llueve, no cesa de llover. La guerra se derrite y funde el parapeto de la trinchera, el barro resbala hacia dentro y nos cubre, sobrepasa ya el empeine de nuestras botas. Sube por el tobillo. Las bombas y el barro erosionan e igualan el paisaje. El fango cubre los cadáveres, los entierra sin que nadie se queje. Puede que mañana no hayamos existido, supongo que al morir dejamos de recordar y nadie lo hará por nosotros.
John sujeta ya su taza. Está impaciente. La aprieta fuerte con las dos manos, como si adivinase el calor. Incluso se la lleva a los labios. No sale humo de su boca cuando la aparta del borde de la taza. Es mentira que haya bebido. La taza aún sigue vacía. Es difícil saber lo que pueda pensar un hombre con una cabeza tan pequeña. Los pensamientos deben estar muy prietos y dañados por esa falta de espacio en una cabeza tan pequeña. Advierte que le observo y sonríe. Disimula y cuenta que pretendía calentarse los dedos con el aliento. Yo sé que es mentira: Le soplaba a la taza vacía y no a su mano.
Mucho humo. El agua comienza a oscurecerse. La vida parece que encuentra su equilibrio en el color oscuro del agua. Somos gente civilizada cuando sostenemos una taza de té en la mano. Es lo más parecido al estribo de un caballo si sueñas con escapar de aquí. John llena mi taza y después la suya. Hay un resto que dejamos siga hirviendo, habrá para otra ración y después guardaremos la hierba otra vez en el pañuelo. Es el momento de empezar a hablar, le pregunto si está casado y me contesta que no. No alargamos más allá el asunto porque se enfría el té. La satisfacción dilata las pupilas y ensancha el mundo. Ahora me doy cuenta de la piel cuarteada de mis manos. Si sobrevivo puede que tenga que cambiar de trabajo, estas no son las manos de un relojero. Apenas son las de un conductor de autobús. Sigue lloviendo y veo que John me mira. Tiene algo que decirme y entonces me cuenta la tontería de que tiene rota una uña del pie. Le pido que me llene otra vez la taza, hace frío, no dejo de tener frío. Tengo ganas de ponerme de pie, pero está lloviendo y la manta me protege sólo si permanezco sentado en el suelo.
La hoguera se apaga. Todo está a punto de cambiar.
-Me hace daño la uña del pie
-Eso no ocurre en la guerra –le contesto-, hay cosas más importantes.
Es cierto, nadie discute que propio de la guerra son los grandes acontecimientos. John debe haber perdido la perspectiva, está hundiéndose en su propia vida.
27 junio 2010
Mª Carmen Miñón
VEINTE LUNAS INERTES
Hoy que rompe el sol la niebla
Por encima de
La aurora reposada, Algo está cambiando En el paisaje de mi vida. No sé con certeza...
El tiempo transcurrido en
Ese ángulo sombrío De la soledad.
Podría decirse que fueron
Veinte lunas inertes, o Quizá fueran más.
A veces, a la hora del crepúsculo,
En esa estación del silencio, como ausente, Uno no encuentra atajos suficientes y
La ceguera sonámbula, Apenas deja ver más allá de
La pared ecléctica y extraña
Pintada de pozos negros y sembrada
De membrillos agridulces y taciturnos.
se muestra la imagen tal como aparece en: elblogsote.wordpress.com/
25 junio 2010
Pablo Neruda
24 junio 2010
Arantxa Semprun
camino de la frontera te cambian por una moneda.
Desierto pedregoso,
de pura aridez cortado
lomas y barrancas
de ocres contrastados,
en el límite de la barriada

donde se alzan las maquilas
allí os llevan siendo niñas.
Promesas de progreso; seréis mujeres
y con el salario
mantendréis a vuestros hijos.
Camino de Ciudad Juárez la vida no vale nada,
camino de la frontera te cambian por una moneda.
A las cinco de la mañana
el sol asoma en los riscos
el desierto descansa
de una noche atormentada.
Pelo recién peinado, la cara bien lavada
y con colonia perfumada
la hija de la pobreza contornea la cadera,
habla y ríe,
con sus compañeras al trabajo se dirige,
es feliz con el jornal,
a su mamá un anillo comprará
para que adorne esas manos
que acarician hijos,
que recosen camisas,
que lavan ropas de ricos
hacendados afamados
de todos los condados.
Cuando suena la sirena
la muchacha sonríe altanera,
ojos de mirar estrellas centellean, l
abios añorantes de sal preguntan:
¿cómo será el mar?.
Y un día más a su casa
retorna la pequeña
molida por la faena pero contenta
porque llenará la alacena.
Camino de Ciudad Juárez la vida no vale nada,
camino de la frontera te cambian por una moneda.
Anaranjea la tarde,
el desierto se envuelve en sombras,
surgen de los matorrales gritos infernales,
la niña llora asustada
su mamá no está para acunarla.
Unos hombres achispados la han acorralado,
ríen y bromean,
escupen contra el suelo
y a Dios ponen por testigo
que esta muchacha
no volverá a cruzar el río.
Herida y sin aliento
en el suelo ha quedado la niña ultrajada.
Llora una guitarra y gime el viento,
canta un corrido en la aldea
por todas las que están muertas,
son las madres desoladas
sus hijas han sido rematadas y violadas,
en el desierto abandonadas.
El anillo quedó en sus dedos amoratados
a su madre nunca lo entregó,
lo guardó como un tesoro,
lo quiso salvar del horror.
Un charquito sobre la arena de lágrimas saladas,
es lo único que del mar conoció.
Lloran por las heridas del alma
las madres de México entero,
lloran de pura rabia y de impotencia.
En las lomas de Sinaloa,
en las cantinas de El Paso
y en los arrabales de Tijuana.
Ni el señor presidente,
ni los concejales,
ni la policía,
ni el ranchero acomodado,
nadie detiene la sangre
que corre por los desiertos de estas riberas,
nadie da respuesta
a las madres de esta tierra
que parieron niñas
que nunca serán mujeres ,
la vida camino de Ciudad Juárez no vale nada,
camino de la frontera te cambian por una moneda.
se muestra la imagen tal como aparece en: pazpattilandia.blogspot.com/2009/01/rase-una-...
23 junio 2010
Pablo Mora

Pablo Moramoraleja@telcel.net.veProfesor Titular, Jubilado, UNETSan Cristóbal, Táchira, Venezuela
Para reinar sobre la muerte
Para revivir cada día
Para sentir junto con los otros
Para sacar la flor de las cenizas
Para vigilar mientras todos duermen
Para que le sirvan
Para apuntalar el sueño
Para servirse
Para alimento espiritual
Para unir lo posible con lo imposible
Para salvar del diario morir
Para hacer más vivo el vivir
Para la Poesía y la Verdad

Para la vida
Para transformar la vida
Para limpiar cuando el poder corrompe
Para cambiar la vida
Para alentar todas las otras formas
Para la fidelidad al relámpago
Para la memoria de los pueblos
Para la salvación del hombre
Para el asombro antiguo
Para un no sé qué
Para descubrir los secretos del mundo
Para llevar el infinito a cuestas
Para salir a la percepción de la mirada
Para alumbrar la maravilla
Para todos y por todos
Para despertar a latigazos el silencio
Para defender el milagro de la vida
Para amar a los otros
Para la fidelidad al relámpago
“La poesía tiene como objeto inmediato, básico, producir una fractura y ésta consiste en quebrar la escala consuetudinaria, la escala repetitiva, empequeñecida de lo real. La poesía es un modo de vida o es nada: si es un modo del lenguaje, de la expresión, es por tanto un modo del ser, no del hacer. Cada poema tiene algo de relámpago. Yo no diría que el poema "es" un relámpago, sino que hay en él un relámpago. Evidentemente, la poesía, como forma de experiencia, es para mí la mayor intensidad posible.
El poema responde a un estado de disponibilidad, es decir, de ser capaz de abrirse, de recibir o de crear en un momento dado, mediante una imagen insólita, inesperada, no repetida. ¿Qué favorece un estado de disponibilidad? Varias cosas, sobre todo un elemento que la mayor parte de la gente ha olvidado, ha desterrado de sus vidas: la capacidad de detenerse. La poesía (como afirmaba Rilke) es experiencia. Creo además que es visión del mundo. La poesía siempre es decir de otra manera. Este "decir de otra manera" es para mí la mayor posibilidad que tiene el hombre. ¿En qué consiste el símbolo? Simplemente, en la posibilidad de decir una cosa mediante otra. La posibilidad de que algo diga otro algo. Esa otredad que radica en las cosas, pero que está en la entraña, en la médula de la poesía.
Incluso algunos poetas no entienden que la poesía es una fuerza que se impone, inevitablemente, en quien la crea. El poema no se "produce", no es un objeto de consumo. El poema se crea. Sí es una creación porque toma lo que hay y de ello hace algo que no hay. Esa es la más alta dimensión del hombre, que todos llevamos escondida en alguna parte.
En uno de los inolvidables poemas de Las flores del mal, Baudelaire dice que el mundo es como un bosque de símbolos: hay voces que llaman y voces que responden, entrecruzándose. Aquí se podría aplicar tal mirada: un poema mueve a otro.
Todo poema viene a insertarse en un mundo de poesía, arrastra consigo ese mundo. ¿Cómo no ver esa interrelación? Y sin embargo, paradójicamente, el poema es también autónomo: hay que verlo en su propia ley interior, al mismo tiempo que es preciso verlo en toda la poesía. Es la visión de Mallarmé: escribir un solo libro entre todos. Escribimos un solo poema. Lo que entonces surge es de todos y de nadie en particular. Es el hecho poético...” (De La fidelidad al relámpago. Una conversación con Roberto Juarroz).
Mané


Antonio Perejil Delay

Antonio Perejil Delay nace en 1954, un nervense entregado a la tarea autodidacta de investigar las raíces de su pueblo y comarca. Desde niño descubre las entrañas cobrizas de su tierra y el duro trabajo de la mina que, con los años, ha intentado recoger en sus escritos.
Su vocación literaria se plasma muy pronto en la poesía. Fruto de la misma, y con el apoyo de otros compañeros comprometidos, funda la revista "Octava Galería", de la que salieron trece números entre 1977 y 1979.
A la vez, sus inquietudes históricas se incrementan, combinando las dotes poéticas con agridulces crónicas de las minas onubenses. Su labor investigadora se vio reflejada en la publicación de dos pequeños libros que pueden ser la antesala de nuevos ensayos de mayor profundidad, "Ferrocarriles mineros de la provincia de Huelva" y "Catálogo de poblaciones mineras fallecidas en la provincia de Huelva", que se editan en 1995 con el apoyo de la Asociación de Amigos del Ferrocarril "Cuenca Minera de Riotinto".
Tiene otros trabajos inéditos relacionados con la minería, como "Peña de Hierro, una página olvidada de la minería onubense", "El Ferrocarril de Aznalcóllar" siendo en esta página web la primera vez que sale a la luz y del que le estamos profundamente agradecidos, "Romancero del Río Tinto", "Crónicas de soledad desde un pueblo desparecido" y "Ensayo de Historia para un pueblo muerto".
En aras de una mayor divulgación de estos temas, ha colaborado, con la firma de algunos artículos, en la revista "Nervae" y en diarios provinciales y nacionales.
Además de escribir, desde 1979 hasta el cierre de la mina de Aznalcóllar hace poco, ha trabajado en ella, pasando a residir en el pueblo que le acogió, Gerena, y del que siempre intenta participar de lleno en el panorama social y cultural de la Cuenca Minera de Riotinto.
PADRE NUESTRO… ¿DE LOS POBRES?
Padre nuestro
que estás todavía crucificado
en las páginas amarillentas
de los catecismos viejos,
en las tapaderas de los ataúdes,
en las piedras feudales de los monasterios,
en los púlpitos de todas las iglesias
y en la oscura soledad de los conventos:
Abandona esa pesada cruz
en la que te clavaron los primeros fariseos.
Huye de la Ciudad del Vaticano,
donde los papas y los cardenales necios
amasan el pan del cristianismo
con el sudor, con la sangre y con los huesos
de esos seres infinitamente tristes
que no tienen donde caerse muertos.
Alza tu voz entre la multitud
y rompe las cadenas de hierro
que te atan a la noria de la religión pagana
desde el origen remoto de los tiempos.
Padre nuestro
que vives en las casas de los ricos
y bendices la flor inmaculada del dinero:
Acércate algún día hasta el corazón de África…
el continente infeliz, de rostro negro,
donde todos los hombres llevan una cruz
de muerte y de olvido sobre el pecho.
Y si nos dejas morir de inanición
porque no haya más trigo en los graneros,
aliméntanos (si esa es tu voluntad)
con los panes y los peces de tus evangelios.
Líbranos, Señor, de los tiranos
que nos tratan lo mismo que a los perros
y nos obligan a huir a otras ciudades
a golpes de puñal y armas de fuego.
Líbranos también de esos políticos
con nombres y apellidos extranjeros
que sembraron un día la flor del odio
en las tierras más fértiles de nuestros pueblos…
Pero no nos condenes a perpetuidad
a la lenta agonía del fuego eterno,
después de haber sufrido como tú
la humillación, el escarnio y el desprecio.
22 junio 2010
Cristina Peri Rossi,

21 junio 2010
Carmen Borja

Yo no sépor qué escogí aquella noche

GIRAPOEMA

Quiero robar las caricias del tiempo
Acariciar el rubor de las nubes
ahuyentar los fantasmas del invierno.
Quiero aferrarme a la vida,
aferrarme a los sueños
porque vivir despierta me entristece
porque vivir los sueños me adormece.
Y si me faltas tú... ¡No lo recuerdo!
Amar, sin importar ser amado
amar en silencio, al compás del viento.
Amar los árboles, el rocío, las aves y el cielo
amar la vida.
Silvana D‘Antoni
Argentina
20 junio 2010
Sin dejar señales
19 junio 2010
18 junio 2010
Luis García Montero

cuando ella cruza por mi lado siento
Juan Disante
Dejen verme sentado
en este banco de plaza
con un libro faldero
buscando los modos
espinosos,
las sombras,
una clave memoranda
Dejen bajar ese gorrión apurado
que me interrumpe,
risas de chicos desde las hamacas,
el taconear de pasos antiguos,
la voz sonante del vendedor de globos
y mi madre peinándome a la gomina.
No me distraigan de Borges.
Más allá del cordón pasan camiones
con mercancías,
los bocinazos se atropellan,
la vieja calesita a sangre deja oír una ranchera
y los labradores sacan a pasear a las señoras
y los bastones acompañan a los jubilados
y los barriletes remontan a los felices.
Ese cascarudo que se revuelca en la hojarasca
no me deja concentrar,
las hojas bordó del ciprés cubrieron la playa
aunque la sinfonía de metáforas sigue oculta
en el caminito de las hormigas.
Déjenme abandonar "El libro de arena"
en el banco.
Alguien vendrá a retomar aquel pasado
y lo que sigue,
alguien vendrá desde aquella época
a ver esta tierna unidad del infinito
y ese incesante tránsito
de mercancíaspor la calzada...
desfilando...
Déjenme ir.
17 junio 2010
Benita Paredes Rivas,

CARTA A UN NUEVO SER
Querido ser que crece en mi,
te amo desde el momento que supe que habitas
Dentro de mí.
Eres como la lluvia que inunda los campos dándole vida a todo,
eres una bendición, te esperamos con los brazos abiertos.
Te llenaremos de amor, paciencia y educación.

Te guiaremos por los caminos de la vida que son complejos y difíciles,
Podrás contar con nosotros, y también aprenderás a valerte por ti mismo.
Quiero que sepas que eres del mundo, eres libre de ir donde te plazca,
eres afortunado querido hijo, vienes de dos culturas ricas en
historia, cultura, alegria, llenos de gente buena y trabajadora, ricos en sonrisas y respeto a los demas.
Esta gran familia te espera y te ama desde ahora.
Gioconda Belli,

Y Dios me hizo mujer,
de pelo largo,
ojos,
nariz y boca de mujer.
Con curvas
y plieguesy suaves hondonadas
y me cavó por dentro,
me hizo un taller de seres humanos.
Tejió delicadamente mis nervios
y balanceó con cuidado
el número de mis hormonas.
Compuso mi sangre
y me inyectó con ella

atodo mi cuerpo;
nacieron así las ideas,
los sueños,
el instinto.
Todo lo que creó suavemente
a martillazos de soplidosy taladrazos de amor,
las mil y una cosas que me hacen mujer todos los días
por las que me levanto orgullosa
todas las mañanas
se muestra la imagen tal como aparece en: clubcdr.wordpress.com/.../06/explora-tu-cuerpo/
16 junio 2010
Jesús Zomeño

Las tropas se han acantonado en el pueblo. Los batallones siguen un turno rotatorio. Descansan unas semanas y vuelven a las trincheras. Vivir aquí es una gracia transitoria.
Al atardecer inicia la marcha el relevo. Cuando los soldados reciben la orden, se les encoge el corazón y comprimen el cuerpo para meterse dentro de sus mochilas. El petate les protege, delimita lo que es suyo de lo que no les pertenece. Afuera el mundo es inmenso y lleno de peligros, en cambio lo de dentro es escaso y concreto. En el interior de sus mochilas todo tiene una finalidad y nada provoca duda alguna. No hay espacio para lo abstracto, ni para divagaciones. Sólo cabe lo que es útil y además imprescindible y son esas tan pocas cosas que al verlas comprendes el escaso valor de su vida. Si tuviéramos que juzgarle, no podríamos dar mucho valor ni trascenden

Los del relevo marchan al atardecer. Con suerte, si no llueve ni se pierden, llegarán pasada la medianoche. Las primeras bombas les harán un tanteo en el camino. Les esperan los supervivientes de las compañías a las que sustituyen y que ahora van a regresar. En el petate de los que vuelven sobra espacio porque ellos sí tienen ambiciones y esperanza y no precisan nada de lo que traen.
Cuando pasan camino del frente por la puerta de mi casa, los soldados se asoman a la ventana y sonríen. No es alegría sino nostalgia. La paz se refleja en su cara, una paz interior que no tienen pero que anhelan. Yo entonces levanto del plato la cuchara de madera y dejo que las gachas se enfríen sin prisa, no les soplo por no diluir la satisfacción del momento. La cuchara oculta mi sonrisa.
Ellos regresan al frente y yo me mantengo a salvo. Enciendo el fuego y dejo abierto el portón de la ventana para que me vean cuando pasan camino de las trincheras. Tengo un poder sobre ellos porque saben que yo sobreviviré a pesar de los próximos ataques. Yo quisiera que no acabase nunca esta guerra porque no quiero volver a ser un pobre tullido sin piernas. Ahora me envidian.
Los soldados pasan por delante y arrastran los pies como si lamentasen tenerlos cuando vuelven a las trincheras. A mi también me aprietan los zapatos que guardo debajo de la cama. El del pie izquierdo tiene rota la suela y abre paso al polvo y a las piedras del camino, además me entra agua cuando llueve. Son de piel rígida, me están pequeños. Odio esos zapatos negros, soy afortunado de que me hayan amputado las piernas.
Un hombre cruel, soy un hombre cruel. Afilo cuchillos, tijeras y guadañas de los campesinos. Me gusta mi trabajo. Cuido sobre todo del filo en la punta, me recreo en sus posibilidades. Cualquier cosa que corten después se igualará a los muñones de mis piernas y hará del mundo un lugar un poco más equilibrado y justo.
Mi mujer escupe dentro de mi plato de sopa y yo le digo que la quiero, porque es su obligación cuidarme hasta que yo deje de decirle que la quiero. Los hijos que no tenemos reposan en el fondo de la ciénaga, entre los sapos y los otros cadáveres junto a los que volaron mis testículos.
Mi mujer es feliz porque sabe que no le queda otro remedio. Se agacha para fregar el suelo de pizarra, a salvo de la patada que le daría si tuviese piernas. Mi esposa es gorda como una vaca y sus pechos enormes y blancos, como de interior desbordado. La textura de esas tetas es blanda y derretida, apretarlos no proporciona más satisfacción que la de sostener en la mano el contenido de un vaso de leche que se derrama entre tus dedos. Piel macilenta, de engrudo mal diluido. Ella tiene además un culo espantoso: aplastado y estrecho, claramente desproporcionado con la anchura de los hombros y el grosor de los muslos. Ella presume de sus pezones porque piensa que a los hombres nos gusta masticarlos y es que los soldados que conoce se los muerden con tanta fuerza que cualquiera diría que les repugna tener que amarla y tanto.
Lamería la boca sin dientes de los borrachos si trabajase en un burdel de Paris, pero aquí puede fingir castidad, sorpresa, indignación... antes de ceder. Se permite incluso una clara preferencia por los oficiales. Sobran palabras, pobre mujer: gorda, perversa y deformada ante tantos hombres desesperados. Es feliz en la guerra y prefiere éste a cualquier otro lugar del mundo. En ninguna parte sería tan hermosa ni tan deseada.
Ella me quiere porque mi mutilación justifica su incontinencia. Miente cuando hace el amor conmigo por la noche, porque yo duermo dentro de una caja de galletas y ella cierra la tapa antes de irse a la cama.
Pasan los soldados con los petates a la espalda, siguiendo el turno rotatorio que les convoca a la muerte en las trincheras. Mi esposa finge no verlos cuando se asoman, acaso porque tema haber olvidado a más de uno. Yo, en cambio, pido que enciendan en casa otra lámpara y no por alumbrarles el camino sino para que la penumbra no impida que les duelan los detalles. Muestro orgulloso los muñones de mis piernas, para que les quede claro que yo, a diferencia de ellos, nunca volveré a las trincheras.
Hay quienes hacen negocio con las tropas. Mis vecinos les venden vino y comida, les alquilan mesas, sillas, la bañera o incluso una cama. Es porque con esa riqueza se previenen para cuando acabe la guerra. En cambio, nosotros no tenemos futuro. Vendrá el circo a llevarnos cuando acabe esta guerra y seremos exhibidos a la compasión del público, pero hasta que eso ocurra nosotros seremos los afortunados.
¡Ojalá nunca termine la guerra!
Imagen: Miracoloso
Iván Vergara
Amanecer de sal o de soles,
no hay diferencia si no salvo al mar de sí mismo,
de su condición catástrofe,
de su cuerpo árido/constancia de sed infinita.
Amanecer de sal con el viento en las espaldas,
amanecer de sol con la casa por los cielos
fluye hacía sí mismo,
entonces falla/se destroza.
Amaneceres,
sólo pueden salvarse de sí mismos
si aceptan perderlo todo
y habiten en la derrota
como la muerte habita el sueño.
Victor Manuel Guzmán Villena,


Llegas a mi con el pulso de tus latidos
te cobijo con el calor que emana de mi alma
impregnas tu ser absorbiendo el sabor de mi elixir
te inundo del sagrado néctar de mi universo
estremeciéndote con torrentes de profunda intimidad
sinfonías de fuego lenguaje de caricias y besos indisolublesque llevan grabados la intensidad de mis sentimientos
emociones sublimes que son el sol para tu cielo
en los floridos jardines de tu inmortalidad
Ángel González

se muestra la imagen tal como aparece en: blogs.chueca.com/1002reacciones/200705.htm
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15 junio 2010
María Teresa Bravo Bañón,

María Teresa Bravo Bañón, y su trabajo con los niños.
Queridos amigos :
Todos conocéis ya mi trabajo de enseñar a vivir la poesía,por algunas experiencias que he expuseto en Pazziflac : escribirla , difundirla, valorarla y amarla.Mis alumnos están comprendidos entre las edades de 4-a 12 años .No hay nada tan estimulante como la creación conjunta . El lenguaje está vivo , fresco, preparado para la metáfora . No existe lo "políticamente correcto" para quedar bien con nadie, simplemente se escribe para disfrutar juntos , esa es la diferencia entre enseñar a escribir a niños o a adultos.El adulto tiene "vergüenza " de quedar mal ante los demás , si dice una cosa u otra, por eso cae en los tópicos; pero los niños tienen una espontaneidad diferente, todo es posible y la lógica puede ser ilógica , pero no pasa nada : se trata de jugar con las palabras y en ese juego , todo es posible .
Aquí os muestro tres ejemplos que he seleccionado .Las comparto con vosotros para que las disfrutéis
Un abrazo
POEMAS INFANTILES
LA NOCHE DE LAS FLORES BRILLANTES
Las estrellas son flores brillantes
plantadas alrededor de la Luna .
Los grillos son escarabajos
que van a cantar a la ópera.
La Luna es una pelota amarilla
que deslumbra a los niños
y los adormece como benditos.
Los niños dormidos son como
ángeles sonrientes soñando
en príncipes, princesas,
brujas buenas, hadas....
Por la noche yo duermo como un tronco
y monstruos, vampiros y brujas
me molestan inútilmente.
Leila Moriana Martín, 10 años
LA NOCHE DE LAS SERPIENTES
DESVELADAS
Las estrellas son luciérnagas
que dibujan en el cielo
a una bruja perversa
y galaxias cuadriculadas.
La Luna es un plátano
lanzado por los ángeles
o la sonrisa de la oscuridad.
Los murciélagos,
mariposas de las tinieblas,
espíritus voladores
que se emborrachan de mosquitos
alrededor de los faros de los coches.
Mientras la serpiente de la selva
tiene insomnio
por culpa de un león
que ronca más que mi padre.
Las serpientes desveladas
contemplan :a fantasmas, brujas, hadas, gnomos...
y a todos los seres fugitivos
de nuestras pesadillas.
Raúl Santiago Juárez, 10 años .
GRAMÁTICA SURREALISTA
Artículo determinado para Perico de los Palotes.
Artículo indeterminado para Pedro Picapiedra.
Sustantivo común para Pepe, el de los chicles mascados.
Sustantivo individual para un camión de extraterrestres.
Sustantivo compuesto para el borrador.
Determinante demostrativo para Floripondio.
Determinante posesivo para Juanito , el Grillo.
Pretérito Imperfecto del verbo saber.
Determinante indefinido
para el mundo de los verbos .
Adverbio para la margarita.
Preposición para el éxito.
Conjugación para la dorada canción.
Oración final para las películas.
Natalia Villajos Cordero, 11 años
EL BAR DE LOS ANIMALES BORRACHOS
Mi gato está borracho,
porque le echó coñac al gazpacho.
Mi perro, si está borrachín,
se come un calcetín.
Mi burro está borracho,
se clava en el culo un gancho.
Mi conejo es un borrachín,
se tragó hasta un patín.
Mi pájaro se emborracha,
y se cree que va en una lancha.
Mi loro si está borrachín,
le toca a las pajaritas el culín.
Mi ardilla cuando toma cañas,
le salen después legañas.
Mi rana si está borrachilla
se come una mosquilla .
Alberto López Herreros, 10 años
HOMENAJE A VICENTE HUIDOBRO
20 CARACOLAS
1.La caralosa,
2.la caraloca,
3.la carasopa,
4.la caraboba,
5.la caragola,
6.la carabola,
7.la caramola,
8.la caralola,
9.la caracoca,
10.la caramosca,
11.la caralata,
12.la caramesa,
13.la carahoja,
14.la caraola,
15.la caramarmota,
16.la caraloba,
17.la caramona,
18.la caraboca,
19.la caraolla,
20.la caratonta.
MARÍA GALLEGO Y FEDIMAR RODRÍGUEZ, 8 años
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espantadeberes
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espantanovios
espantaespagUetis
espanta uuuuuuuhhhhhhhhh
espantarratitas
espantarreyes
espantaprimas
espantapapanoels
espantapapás
espantamamás
.Andrea Raya y Carla Caravaca Serrano