30 noviembre 2010
Fernando Pessoa

Blandas, las brisas juegan en las flámulas, tu sonrisa...
Y tu sonrisa en tu silencio es la escalera y las andas
con que me finjo más alto y junto a cualquier paraíso...
Mi corazón es un ánfora que cae y que se quiebra...
Tu silencio lo recoge y quebrado lo arrincona...
Mi idea de ti es un cadáver que el mar trae a la playa..., y mientras tanto
tú eres la tela irreal en la que mi arte yerra el color...
Abre todas las puertas y que el viento barra la idea
que tenemos de que un humo perfuma de ocio los salones...
Mi alma es una caverna colmada por la marea alta,

y mi idea de soñarte una caravana de histriones...
Llueve oro mate, mas no en lo exterior... Es dentro de mí... Soy la Hora,
y la Hora es de asombros y toda ella escombros de ella misma...
En mi atención hay una viuda pobre que nunca llora...
En mi cielo interior nunca hubo una sola estrella..
Hoy el cielo es pesado como la idea de no llegar nunca a un puerto...
La lluvia menuda está vacía... La Hora sabe a haber sido...
¡Y no haber algo como lechos para las naves!...
Absorta en alienarse de sí, tu mirada es una plaga sin sentido...
Todas mis horas están hechas de jaspe negro,
mis ansias todas talladas en un mármol que no existe,
no es alegría ni dolor este dolor con el que me alegro,
y mi bondad inversa no es ni buena ni mala...
Los haces de los lictores se abrieron al borde de los caminos...
Los pendones de las victorias medievales no llegaron ni a las cruzadas...
Pusieron infolios útiles entre las piedras de las barricadas...
Y la hierba creció en las vías férreas con lozanía dañina...
¡Ah, qué vieja es esta hora!... ¡Y todas las naves partieron!
En la playa sólo un cabo muerto y unos restos de vela hablan
de lo Lejano, de las horas del Sur, de donde nuestros sueños sacan
aquella angustia de más soñar que hasta callan para sí...
El palacio está en ruinas... Duele ver en el parque el abandono
de la fuente sin surtidor... Nadie levanta la mirada del camino
y siente saudades de sí ante aquel lugar-otoño...
Este paisaje es un manuscrito con la frase más bella suprimida...
La loca partió todos los candelabros glabros,
ensució de humano el lago con cartas rasgadas, muchas...
Y mi alma es aquella luz que nunca más tendrán los candelabros...
¿Y qué quieren del lago aciago mis ansias, brisas fortuitas?...
¿Por qué me aflijo y me enfermo?... Se acuestan desnudas al claro de luna
todas las ninfas... Vino el sol y habían ya partido...
Tu silencio que me arrulla es la idea de naufragar,
y la idea de que tu voz suene a lira de un Apolo fingido...
Ya no hay colas de pavos todo ojos en los jardines de otrora...
Las propias sombras están más tristes... Aún
hay rastros de ropas de ayas (parece) en el suelo, y aún llora
un como eco de pasos por la alameda que velahí concluida...
Todos los ocasos se fundieron en mi alma...
Las hierbas de todos los prados fueron frescas bajo mis pies fríos...
Secó en tu mirada la idea de creerte calma,
y el ver yo eso en ti es como un puerto sin navíos...
Se irguieron al tiempo todos los remos... Por el oro de los trigales
pasó una saudade de no ser mar... Frente
a mi trono de alienación hay gestos con piedras raras...
Mi alma es una lámpara que se apagó y aún está caliente...
¡Ah, y tu silencio es un perfil de cúspide al sol!
Todas las princesas sintieron el seno oprimido...
De la última ventana del castillo sólo un girasol
se ve, y el soñar que hay otros pone brumas en nuestro sentido...
¡Ser, y no ser ya más!... ¡Oh leones nacidos en la jaula!...
Repicar de campanas hacia más allá, en el Otro Valle... ¿Cerca?...
Arde el colegio y un niño quedó encerrado en el aula...
¿Por qué no ha de ser el Norte el Sur?... ¿Qué es lo que está descubierto?...
Y yo deliro... De repente hago pausa en lo que pienso... Te miro
y tu silencio es una ceguera mía... Te miro y sueño...
Hay cosas rojas y cobrizas en el modo de meditarte,
y tu idea sabe a recuerdo del sabor de un espanto...
¿Para qué no sentir por ti desprecio? ¿Por qué no perderlo?...
Ah, deja que te ignore... Tu silencio es un abanico
—un abanico cerrado, un abanico que abierto sería tan bello,
tan bello, pero más bello es no abrirlo, para que la Hora no peque...
Se helaron todas las manos cruzadas sobre todos los pechos..
Se ajaron más flores de las que había en el jardín...
Mi manera de amarte es una catedral de silencios escogidos,
y mis sueños una escalera sin principio pero con fin...
Alguien va a entrar por la puerta... Se siente sonreír el aire...
Tejedoras viudas gozan las mortajas de vírgenes que tejen...
Ah, tu tedio es una estatua de una mujer que ha de venir,
el perfume que los crisantemos tendrían, si lo tuviesen...
Es preciso destruir el propósito de todos los puentes,
vestir de alienación los paisajes de todas las tierras,
enderezar por fuerza la curva de los horizontes,
y gemir por tener que vivir, como un ruido brusco de sierras...
¡Hay tan poca gente que ame los paisajes que no existen!...
Saber que continuará habiendo el mismo mundo mañana
¡cómo nos entristece!...
Que mi oír tu silencio no sean nubes que contristen
tu sonrisa, ángel exiliado, y tu tedio, aureola negra...
Suave, como tener madre y hermanas, la tarde rica desciende...
No llueve ya, y el vasto cielo es una gran sonrisa imperfecta...
Mi conciencia de tener conciencia de ti es una prez,
y mi saberte sonriendo es una flor mustia en mi pecho...
¡Ah, si fuésemos dos figuras en una lejana vidriera!...
¡Ah, si fuésemos los dos colores de una bandera de gloria!...
Estatua acéfala retirada a un lado, polvorienta pila bautismal,
pendón de vencidos que tuviese escrito en el centro este lema¡
Victoria!¿Qué es lo que me tortura?... Si hasta tu faz tranquila
sólo me llena de tedios y de opios de ocios temibles...
No sé... Yo soy un loco que extraña su propia alma...
Yo fui amado en efigie en un país más allá de los sueños...
Sin dejar señales,

• Esteban Martínez Serra • Lupe García Araya •
Poema en la distancia
Hay un momento en la tarde que está todo en suspenso,
abstraído en una duda luminosa, en una blanca indecisión.
Entonces, los destinos de las cosas pueden cambiarse.
Es un momento sin tiempo que contiene, sin embargo,
todas las cronologías posibles.
La avispa levita sobre el barro, expectante,
la luz estancada, el aire inmóvil; los pájaros silvestres,
como sorprendidos por un golpe de calor,
con los vuelos caídos.
Todo puede ocurrir, aunque nada suceda –que sepamos.
¿Y el Hombre? ¿Dónde?
Dónde habitarán los gestos,
la serenidad de la noche,
la caricia que deja el olvido,
los principios que nos justifican.
¿Y el hombre?
Alejandra Pizarnik

POEMA PARA EL PADRE
Y fue entonces
que con la lengua muerta y fría en la boca
cantó la canción que le dejaron cantar
en este mundo de jardines obscenos y de sombras
que venían a deshora a recordarle
cantos de su tiempo de muchachoen el que no podía cantar la canción que quería cantar
la canción que le dejaron cantar
sino a través de sus ojos azules ausentes
de su boca ausente
de su voz ausente.
Entonces, desde la torre más alta de la ausencia
su canto resonó en la opacidad de lo ocultado
en la extensión silenciosa
llena de oquedades movedizas como las palabras que escribo.
Imágen de Stephanus Meyer
29 noviembre 2010
Itziar Mínguez Arnáiz,
José Angel Buesa

Gioconda Belli,

Ernesto Cardenal,

28 noviembre 2010
Sara R Gallardo

Sara R. Gallardo nació en Ponferrada en 1989. Estudia periodismo y ha trabajado en varias revistas, ha sido periodista en prácticas en el Diario de León y actualmente co-dirige un programa en Onda Expansiva Radio. Ha aparecido en diversas fanzines y publicaciones digitales y también en el libro que recoge las 29 historias finalistas del concurso Tienes una historia que contar (Caixa Cataluña, 2010). Administra el blog http://retalesdetormenta.blogspot.com y su primer libro saldrá el próximo año.
Insomnio.
Primero: me pongo el pijama,
más tarde me desnudo,
luego me visto por partes.
Segundo: me tiro en la cama
con los dientes sin lavar
y me bato y me muevo.
Tercero: quito la almohada,
salto, giro, me revuelvo,
me destapo, suena el viento.Cuarto: oscuro, silba el aire
en la rendija,
zumbido, bombilla, escribo.
Quinto: trazo, como a escondidas,
describo, descomo,
vomito. Letras. Náuseas.
Sexto: escribo, no duermo,
me levanto.
Me lavo los dientes. Des-pa-cio.
Séptimo: el camión de la basura
y mis dientes limpios.
Verbo, desvelo, desordenado.
Octavo: pienso que consigo dormir
y mi sueño es manso.
El agitado tornado parte de mí.
Nueve: de la mañana,
tiembla la persiana,
me he quedado fría.
Diez: dedos entumecidos,
pesadillas tempranas,
sueño tardío. Un día más, sin dormir.
se muestra la imagen tal como aparece en: flickr.com/photos/blanicar19/3774214841/
27 noviembre 2010
Juan Disante,
.
No soy un número en las estanterías
Por las mañanas al levantarme
el mar sacude mis orillas,
las cataratas me contienen,
el viento que rodea mis piernas
se lleva los pantalones.
La lluvia altera todo goce
cuando desde el balcón miro el cielo
buscando gaviotas
desnudo
Si en todo esto alguien supone sexo,
no está mal,
supone sexo.

En las ramblas de los márgenes
retumba la gran ciudad,
dentro de ella los mercados
desatan sus gritos
sus pasiones.
Los feriantes descargan hortalizas de sus carros,
en sus mandados las señoras
inclinan la cabeza sobre las nabizas,
un joven mira como una joven
aspira el aroma de las frutillas,
las muchachas cohibidas tocan con su meñique
los pimientos rojos.
"Deme medio kilo, pero que sean lindos".
Todo sonríen de felicidad.
La voz de un tenor le canta a Nápoles.
¿Acaso el mar no entrega su sal al piropo perdidizo
del alcachofero?
¿Y el viento no levanta las faldas de las niñas
que compran perejil?
¿No será que la lengua de las cataratas lame el ombligo de las toronjas
y la lluvia eterniza los humedales del género?
Una pareja de perdigueros juguetea al tocamiento.
El erizo alardea de arrullos.
El aroma de la albahaca se mezcla con los del pecorino.
Y el puestero de pescados,
que acaba de abrir una corvina para la parrilla,
sopla un beso al aire que termina cayendo
en una cadera bendecida y ostentosa.
Las aguas salobres y yodadas
mojan los pies de los changadores que cargan cajones
repletos de zanahorias betacaroténicas y remolachas azoradas de osadía
para la piel bronceada de las casaderas.
No soy un número.
No encuentro respuesta a los glotones apetitos
de la ciudad,
sólo reconozco en los íntimos mercados
el dejarse rodear por la libidez de un mar retozón
en olas que acosan la costanera del senso.
Bienoliente mar
que no cabe de travieso
en donde la expansividad del pepino,
la carnalidad del brócoli,
o la coquetería de las achuras
son sólo una excusa para el cariño
de las mañanas juguetonas
del tira y afloja.
26 noviembre 2010
Pedro Javier Martín Pedrós Copyright ©,
En ocasiones, me avergüenzo de mis lágrimas,
también de los surcos que dejan,
porque me delatan y se
manifiesta
el niño que escondo en mis adentros.
Existen ciudades con nombres
y apellidos de dolor,
sabor a sangre
y sufrimiento.
Me duelen hoy, ahora, los

niños de las guerras,
de las malditas y repugnantes
guerras.
Los niños de miradas
limpias y ojos penetrantes,
de angustias y ruinas,
con los corazones encallecidos,
sentimientos enlatados,
pisoteados,
maltratados,
quemados,
puteados,
puteados,
puteados.
A veces, quisiera esconderme
en el lobo feroz que se come
a la «caperucita roja de todos los cuentos».
Deseo que se llenen todas
las plazas del mundo de
juegos infantiles
y
globos con sabor a fresa.
Nizar Qabbni
Traducción del árabe por:María Luisa Prieto
Ni tú, amor mío eres razonable,
ni yo lo soy.
¿Es cualidad del amor
quebrar lo normal, lo cotidiano y lo razonable?
¿Es condición del amor, querida mía,
olvidarnos de nuestros nombres?
¿Es condición del amor, amada mía,
no mirar delante ni detrás?
¿Es condición de amor, cariño mío,
confesarme asesino, siendo víctima?
Ni tú, amor mío, eres razonable
ni yo lo soy.
Borra, cuando esté enfadado,
de mis palabras la mitad,
domestica mis sentimientos,
corta mis uñas
y recoge todos los espinos y los lodos.
Y créeme siempre que venga, amor mío,
con las flores, las lunas y las estaciones.
Ni tú, amor mío, eres razonable
ni yo lo soy.
A pesar de todo
siguen el rechazo y la aceptación.
A pesar de todo
siguen la risa, el grito, el amanecer y el atardecer.
¿Qué perderemos, cariño mío,
si me das la mano
y las mías viajan sobre el oro labrado?
¿Qué perderemos, reina mía,
si nos lanzamos, como dos pájaros, a los campos?
¿Qué perderemos, princesa mía,
si estampo un beso en el tímido rojo?
¿Qué perderemos, amor mío,
si nos elevamos como los místicos
al grado de arrobamiento y encarnación?
¿Qué perderemos, amor mío,
si bendecimos al mensajero?
Pablo Mora

Pablo Moramoraleja@telcel.net.veProfesor Titular, Jubilado, UNETSan Cristóbal, Táchira, Venezuela
No he de proferir adornada falsedad ni poner tinta dudosa ni añadirbrillos a lo que es.Esto me obliga a oírme. Pero estamos aquí para decir verdad. Seamos reales. Quiero exactitudes aterradoras.Tiemblo cuando creo que me falsifico. Debo llevar en peso mis palabras. Me poseen tanto como yo a ellas.
Si no veo bien, dime tú, tú que me conoces, mi mentira, señálame la impostura, restriégame la estafa. Te lo agradeceré, en serio. Enloquezco por corresponderme. Sé mi ojo, espérame en la noche y divísame, escrútame, sacúdeme.
Rafael CadenasArs poética (De Intemperie - 1977)
Para reinar sobre la muerte
Para revivir cada día
Para sentir junto con los otros
Para sacar la flor de las cenizas
Para vigilar mientras todos duermen
Para que le sirvan
Para apuntalar el sueño
Para servirse
Para alimento espiritual
Para unir lo posible con lo imposible
Para salvar del diario morir
Para hacer más vivo el vivir
Para la Poesía y la Verdad
Para la vida
Para transformar la vida
Para limpiar cuando el poder corrompe
Para cambiar la vida
Para alentar todas las otras formas
Para la fidelidad al relámpago
Para la memoria de los pueblos
Para la salvación del hombre
Para el asombro antiguo
Para un no sé qué
Para descubrir los secretos del mundo
Para llevar el infinito a cuestas
Para salir a la percepción de la mirada
Para alumbrar la maravilla
Para todos y por todos
Para despertar a latigazos el silencio
Para defender el milagro de la vida
Para amar a los otros
Para descubrir los secretos del mundo
“La poesía existe. Tal vez no sepamos entenderla, tal vez la vida que llevamos no nos deje sentirla, tal vez la vivamos sin darnos cuenta o dándonos cuenta, tal vez, tal vez. La poesía existe así como existe la violencia, lo mismo que existe el amor. Vivimos entre años-oscuridad y años luz y sin embargo la poesía existe y un día tendremos que comprenderla, tal vez, tal vez.” (Neftalí Beltrán).
Desciende por favor a sus entrañas. Verás que el corazón de los poetas es un injerto de desierto y luna. Amigo de la sombra y sus caudales, de la sombra difusa de la muerte, de las maneras de morir al día. Revelarás el triunfo del poeta: saberse polvo, polvo enamorado, velando a pensamiento desatados. Vive fuera de sí o muy adentro. Sabe el tamaño exacto de la pena. Conoce el lado oscuro de la rosa y la terrible majestad del pan. De lumbre en lumbre, en orfandad suprema -hijas de los trigales y las piedras- su cólera y ternura vagando andan por campos, farallones y veredas. Vigilia del asombro detenido, marchándose de prisa sin moverse, estatua en soledad, en estampida. Remontando hacia adentro de la lumbre, entre umbrales, abrojos y neblinas, subterránea fuente al descubierto.
“El poeta representa el drama angustioso que se realiza entre el mundo y el cerebro humano, entre el mundo y su representación. El que no haya sentido el drama que se juega entre la cosa y la palabra, no podrá comprenderlo. El poeta conoce el eco de los llamados de las cosas a las palabras, ve los lazos sutiles que se tienden las cosas entre sí, oye las voces secretas que se lanzan unas a otras palabras separadas por distancias inconmensurables. Hace darse la mano a vocablos enemigos desde el principio del mundo, los agrupa y los obliga a marchar en su rebaño por rebeldes que sean, descubre las alusiones más misteriosas del verbo y las condensa en un plano superior, las entreteje en su discurso, en donde lo arbitrario pasa a tomar un rol encantatorio... El poeta os tiende la mano para conduciros más allá del último horizonte, más arriba de la punta de la pirámide, en ese campo que se extiende más allá de lo verdadero y lo falso, más allá de la vida y de la muerte, más allá del espacio y del tiempo, más allá de la razón y la fantasía, más allá del espíritu y la materia. Allí ha plantado el árbol de sus ojos y desde allí contempla el mundo, desde allí os habla y os descubre los secretos del mundo. Hay en su garganta un incendio inextinguible Hay además ese balanceo de mar entre dos estrellas. Y hay ese Fiat Lux que lleva clavado en su lengua.” (Vicente Huidobro).
“La poesía cruza la tierra sola,/ apoya su voz en el dolor del mundo/ y nada pide/ -ni siquiera palabras.// Llega de lejos y sin hora, nunca avisa;/ tiene la llave de la puerta./ Al entrar siempre se detiene a mirarnos./ Después abre su mano y nos entrega/ una flor o un guijarro, algo secreto,/ pero tan intenso que el corazón palpita/ demasiado veloz. Y despertamos.” (Eugenio Montejo).
“La poesía existe o no existe; eso es todo. Si es, es con tal evidencia, con tan imperial y desafectada seguridad, que se me pone por encima de toda posible defensa, innecesaria. Su delicadeza, su delgadez suma, es su grande invencible corporeidad, su resistencia y su victoria. Por eso considero la poesía como algo esencialmente indefendible. Y, claro es, en justa correlación, esencialmente inatacable. La poesía se explica sola; si no, no se explica. Todo comentario a una poesía se refiere a elementos circundantes de ella, estilo, lenguaje, sentimientos, aspiración, pero no a la poesía misma. La poesía es una aventura hacia lo absoluto. Se llega más o menos cerca, se recorre más o menos camino; eso es todo. Hay que dejar que corra la aventura, con toda esa belleza de riesgo, de probabilidad, de jugada... Cuando una poesía está escrita se termina, pero no acaba; empieza, busca otra en sí misma, en el autor, en el lector, en el silencio... Estimo en la poesía, sobre todo, la autenticidad. Luego, la belleza. Después, el ingenio.” ( Pedro Salinas).
“Antes que sucumbir, la tierra se renovará por sí sola. Pero el hombre no sabe si sobrevivirá. Dirán: la poesía no ha erradicado la miseria, no ha evitado la guerra, no salvará al mundo. No nos ha salvado la poesía de la mezquindad de unos, devenida en miseria de todos. Pero ella nos rodea y constituye, aunque tantos resisten a su acción y su espíritu. La poesía puede salvarnos de nosotros, a pesar de nosotros. Para trascender la tragedia, el hombre tendrá que ser Otro. Porque la poesía existe, la humanidad a la que la exigencia del sueño habrá hecho sobrehumana, se reconocerá a sí misma. Para abolir la matanza. Y celebrar de nuevo en hermandad y cumplida justicia la existencia.” (Revista Prometeo)
“La poesía sigue en pie... no lucha porque no está dicotomizada... no se radicaliza porque va más allá de los contrarios... no se polariza porque es TODO... todo lo unifica, todo lo abarca, todo lo existe, todo lo sabe, todo lo goza, todo lo religa...”. (Jazmín Sambrano).
Sabe de noche, sabe de alborada. Del supremo quejido del obrero. Del fresco amanecer de la vacada. Del llanto del turpial sin hijo y nido. Del asomo del niño en el barranco. Del manso arroyo donde el cielo ríe. Del tardo abuelo en busca de una estrella. De la triste moneda del mercado. De ninfas, girasoles y arrebatos. Del sagrado silencio de las piedras. Del grito bochornoso, el pueblo bravo. De la muerte sonora de la patria. De la palabra, el pueblo y de la pólvora. De la pobre miseria enriquecida. Del siglo que despierta ensangrentado. De la aventura, el riesgo, la emboscada. De la belleza en que se enciende el alba. Del lugar en que el grito nos religa.
Momento en el que el hombre ofrece un caudal de indicios necesarios como para que la lluvia crea en él. Manera de subir al horizonte para contemplar la humana peripecia. Fórmula de atisbar, descubrir y denunciar la locura en que galopan los insomnios. Artilugio que pretende la construcción o destrucción del mundo.
Quijotada forjadora, ingenuo sueño, orgía mística, dolor humano, alma y lo que ocurre en ella: chanza, juego, danza. Memoria universal, lugar del alumbraje, laberinto creador, agonía de recuerdos. Soledad del laberinto, doloroso trance. Noche profunda, vagabunda, lujuriosa.
Libertad. Vacío, tempestad, silencio, mar. Cita, emoción, ofrenda, elevación. Intercambio, comprensión, goce, comunión. Vínculo, amor, muerte, vida. Diálogo, reflexión, espejo, cavilación. Retrato del mundo y sus costumbres. Ágora del lirio y la tragedia... La palabra.
Sofía Rhei
Bio-bibliografía

(Volvemos al pasado de caricias y surgimientos y eso es la prueba de que provocas lo imposible)
Annabel Martínez Zamora


Francisco Javier Irazoki

FRANCISCO JAVIER IRAZOKI Nació en Lesaka, en 1954. Fue periodista muscial en Madrid, a las órdenes de José María Iñigo. A finales de los 70 se integró en el grupo surrealista Cloc. En 1992 la UPV publicó su poesía completa Cielos segados. Desde 1993 reside en París, casado con la eminente geopolitóloga Bárbara Loyer, con quien comparte dos hijos y un clavicémbalo lleno de Bach.
Me gustan las ciudades francesas en las que la gente habla y no desaparece el silencio.
Detesto cualquier totalitarismo y los rebaños que corean sus consignas.
Me fascina la escritura musical, una fiesta de la inteligencia.
Aborrezco el racismo, la misoginia, la homofobia y demás hierros candentes para marcar al disconforme.
Me encanta el mundo de Ramiro Pinilla.
Me pierde la ventresca horneada por Paco Ganuza.
Me ganan las películas de Satyajit Ray.
Me pone la duda, casi siempre fértil.
Me indispone el vuelo bajo de las banderas.
Me indigna la mala educación disfrazada de carácter fuerte.
Me calienta la ética sin aspavientos.
Me aturden los puntos cardinales. Nadie tiene más sentido de orientación que yo: como no lo he estrenado.
Me repele la falta de compasión.
Me seduce el Café L'Industrie.
Me aterra un pistolero con el breviario de dogmas.
25 noviembre 2010
Lupe García Araya,

Presentación del Libro “Imágenes de agua y tiempo” de la
ribereña Lupe García en Los Santos de Maimona
Laura Gómez Recas,

Gloria Fuertes,

VIOLENCIA DE GENERO. DIA INTERNACIONAL

Ya van 64 víctimas !!
016 teléfono de ayuda
este teléfono no deja rastro en la factura.
Sé valiente y denuncia
Violencia contra la mujer
De Wikipedia, la enciclopedia libre
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Para la violencia ejercida en el ámbito doméstico, véase violencia doméstica.
Para la violencia ejercida en la atención del parto, véase violencia obstétrica.
Violencia contra la mujer
Mujer quemada con ácido.
La violencia contra la mujer es la violencia ejercida contra las mujeres por su condición de mujer. Esta violencia presenta numerosas facetas que van desde la discriminación y el menosprecio hasta la agresión física o psicológica y el asesinato. Produciéndose en muy diferentes ámbitos (familiar, laboral, formativo,..), adquiere especial dramatismo en el ámbito de la pareja y doméstico, en el que anualmente las mujeres son asesinadas a manos de sus parejas por decenas o cientos en los diferentes países del mundo.[1]
Al menos una de cada tres mujeres en el mundo ha padecido a lo largo de su vida un acto de violencia de género (maltrato, violación, abuso, acoso,…) Desde diversos organismos internacionales se ha resaltado que este tipo de violencia es la primera causa de muerte o invalidez para las mujeres entre 15 y 44 años.
Raquel Osborne.[2]
Las Naciones Unidas en su 85ª sesión plenaria, el 20 de diciembre de 1993, ratificó la Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer, en la que se la reconoce como un grave atentado contra los derechos humanos e «insta a que se hagan todos los esfuerzos posibles para que sea [la declaración] universalmente conocida y respetada». Define la violencia contra la mujer en su primer artículo:
A los efectos de la presente Declaración, por "violencia contra la mujer" se entiende todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o sicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada.
También las Naciones Unidas, en 1999, a propuesta de la República Dominicana con el apoyo de 60 países más, aprobó declarar el 25 de noviembre Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
En la actualidad, Estados, organizaciones internacionales y muy diferentes colectivos, fundamentalmente feministas, destinan numerosos esfuerzos para erradicarla. Kofi Annan, en su condicción de secretario general de las Naciones Unidas (hoy ya ex secretario), en numerosas ocasiones, mostró su preocupación y la de las Naciones Unidas: «La violencia contra la mujer tiene un alcance mundial y se presenta en todas las sociedades y culturas, afectando a la mujer sin importar su raza, etnia, origen social, riqueza, nacionalidad o [...] condición».[3]
Terminología
«Mujer maltratada con un bastón», dibujo de Goya.
El término «violencia de género» también es frecuentemente utilizado como sinónimo de violencia contra la mujer, pero en realidad se refiere a un tipo de violencia caracterizada por ser una acción u omisión llevada a cabo por una persona hacia otra de diferente sexo, produciéndole algún daño no accidental, y cuyo motivo está representado por esa misma diferencia de sexos. Dado que la violencia contra la mujer es mayoritariamente ejercida por los hombres respondiendo a condicionamientos sexistas, se usa el término «violencia machista» para referirse al tipo de violencia de género dirigida específicamente hacia la mujer. En este caso, es relevante la aportación de la ley autonómica catalana 5/2008 de 24 de abril [4] que define este termino y cómo debe abordarlo la administración autonómica catalana.
La expresión violencia de género es la traducción del inglés gender-based violence o gender violence, expresión difundida a raíz del Congreso sobre la Mujer celebrado en Pekín en 1995 bajo los auspicios de la ONU. En el inglés se documenta desde antiguo un uso translaticio de gender como sinónimo de sex,[5] sin duda nacido del empeño puritano en evitar este vocablo. Con el auge de los estudios feministas, en los años sesenta del siglo xx se comenzó a utilizar en el mundo anglosajón el término gender con el sentido de «sexo de un ser humano» desde el punto de vista específico de las diferencias sociales y culturales, en oposición a las biológicas, existentes entre hombres y mujeres.[6] En español las palabras tienen género, mientras que los seres vivos tienen sexo. En español no existía tradición de uso de la palabra género como sinónimo de sexo. Mientras que con la voz sexo se designaba una categoría meramente orgánica, biológica, con el término género se ha venido aludiendo a una categoría sociocultural que implica diferencias o desigualdades de índole social, económica, política, laboral, etc. En esa línea se habla de estudios de género, discriminación de género, violencia de género, etc. Y sobre esa base se ha llegado a extender el uso del término género hasta su equivalencia con sexo.[7]
Los términos «violencia familiar» o «violencia intrafamiliar», en sí comprenden la violencia entre todos los miembros de la familia. Con una importante presencia en Sudamérica, se vienen utilizando desde 1988 y 1993 para referirse a la violencia ejercida contra la mujer en el ámbito de la familia, y más concretamente de la pareja, debido a que frecuentemente la violencia ejercida en este ámbito va dirigida contra la mujer. Sería específica de estos casos, y referida a sucesos de violencia contra la mujer en este ámbito no debería ofrecer dudas. De igual modo, desde 1983 también se utiliza «violencia doméstica» ya que resulta común que la violencia contra la mujer aparezca en el ámbito doméstico, aunque, como Raquel Osborne expone en su libro Apuntes sobre violencia de género, oculta la causa y carácter de esta violencia.[8]
Raíces de la violencia contra la mujer
La violencia contra la mujer está ligada a la consideración de la mujer que se desprende de la familia patriarcal. La humanidad en sus orígenes pudo estar constituida por comunidades matriarcales, así lo expuso Lewis Henry Morgan, considerado uno de los fundadores de la antropología moderna, en su libro La sociedad primitiva en 1877. «La abolición del derecho materno fue [pudo ser] la gran derrota del sexo femenino».[9] Actualmente la familia patriarcal puede aparecer desdibujada tras siglos de esfuerzos de la mujer por emanciparse; en sus orígenes, convirtió a la mujer en objeto propiedad del hombre, el patriarca. Al patriarca pertenecían los bienes materiales de la familia y sus miembros. Así, la mujer pasaba de las manos del padre a las manos del esposo, teniendo ambos plena autoridad sobre ella, pudiendo decidir, incluso, sobre su vida. La mujer estaba excluida de la sociedad, formaba parte del patrimonio de la familia, relegada a la función reproductora y labores domesticas.
En la Roma clásica, en sus primeros tiempos, es manifiesta la dependencia de la mujer, debiendo obediencia y sumisión al padre y al marido.
El paterfamilias tenía sobre sus hijos en derecho a vida y muerte; podía venderlos como esclavos en territorio extranjero, abandonarlos al nacer o entregarlos a manos de los familiares de sus víctimas si habían cometido algún delito; desposarlos y pactar o disolver sus matrimonios. Pero así como los varones pasaban a ser paterfamilias cuando moría el padre, y adquirían todas sus atribuciones jurídicas dentro de su familia, las mujeres, por el contrario, iban a permanecer de por vida subordinadas al poder masculino, basculando entre el padre, el suegro y el esposo.
Antonio Gil Ambrona.[10]
Este modelo de familia patriarcal ancestral sufrió durante la República y el Imperio numerosas modificaciones. El derecho sobre la vida de la mujer fue abolido. A ésta se le seguía reservando la pena de muerte en determinados supuestos, pero ya no era el marido el que decidía sobre ello, siendo la comunidad la encargada de juzgarla. En determinados momentos la mujer llegó a conseguir una cierta emancipación: podía divorciarse en igualdad de condiciones con el hombre, dejó de mostrarse como la mujer abnegada, sacrificada y sumisa y en la relación entre esposos se vio matizada la autoridad del marido. Esto ocurría principalmente en las clases altas y no evitó que la violencia siguiese dándose en el seno del matrimonio «dirigida a controlar y someter a las mujeres mediante la agresión física o el asesinato».[11]
Los avances que pudieron darse durante la República y el Imperio romanos desaparecieron en el periodo oscuro del medievo. Una sociedad que rendía culto a la violencia, la ejerció también contra las mujeres y estas se convirtieron frecuentemente en moneda de cambio para fraguar alianzas entre familias. «En las clases más bajas, además de cumplir con la función reproductora, constituían mano de obra para trabajar en el hogar y en el campo».[12]
En esta historia han jugado un papel importante las religiones, suponiendo una justificación moral del modelo patriarcal: «Las casadas estén sujetas a sus maridos como al Señor, porque el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es cabeza de la Iglesia y salvador de su cuerpo».[13]
Otra consecuencia del patriarcado ha sido la exclusión histórica de la mujer de la sociedad; estando excluida de todos sus ámbitos: el cultural, el artístico, el político, el económico… Siendo ésta otra forma de violencia ejercida contra la mujer.
No es hasta la revolución industrial en occidente, cuando se permite a la mujer participar en la vida social, que verdaderamente comienza una trayectoria de emancipación. No obstante, los usos y abusos cometidos contra las mujeres durante siglos, se ha demostrado difíciles de erradicar.